Es importante comprender que todo aquello que queremos que nuestros hijos aprendan se aprende viendo y experimentando cómo lo hacemos nosotros. Es decir, aprenden a ser empáticos cuando empatizamos con ellos, no cuando le damos una charla sobre cómo se sienten los demás, aunque, por supuesto, estas conversaciones pueden ser también enriquecedoras. Aprenden a gestionar los conflictos viendo cómo los gestionamos nosotros con ellos. Es decir, la mejor manera de enseñar a nuestros hijos a ser respetuosos y gestionar de forma adecuada su mundo interior es poniendo energía en hacerlo nosotros con ellos.
BEATRIZ CAZURRO. "LOS NIÑOS QUE FUIMOS, LOS PADRES QUE SOMOS".
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